Afirma Millás hablando de esta
novela:
Yo
aquí me propuse una cosa: hasta ahí en todas mis novelas la
degradación exterior y la degradación interior corrían paralelas,
es decir, a medida que se degradaban por fuera se degradaban por
dentro; en este caso, a medida que se degrada por fuera tiene más
éxito social; en este sentido es una metáfora de la época en que
nos ha tocado vivir, donde realmente yo tengo la intuición de que
los sujetos más degradados son los de mayor éxito social1
En esta novela los dos
principales personajes masculinos, Carlos Rodó y Julio Orgaz, como
dice Gutiérrez, son dos arribistas sin escrúpulos, que luchan entre
sí como dos machos dominantes y Laura, mujer de Carlos y amante de
Julio, será al final la compañera del ganador.
Por lo que concierne a Julio,
éste es un editor y aspirante escritor, que, para alcanzar la fama
está dispuesto a plagiar a otro escritor más joven y talentuoso que
él, además de robarle la identidad e intentar arruinarle la
carrera. Parece que la generación de Julio quiera bloquear la
generación sucesiva, aunque el otro escritor, Orlando Azcárate, le
dice a Julio que, a pesar de sus esfuerzos de bloquearlo, su carrera
prosperará en un futuro próximo.
Durante todo
el libro Julio está obsesionado por una alucinación auditiva: le
parece a menudo oír La
internacional,
el himno socialista de su juventud. Como afirma Fabián Gutiérrez,
el precurso de este personaje será olvidarse del pasado, porque es
uno de aquellos idealistas que querían cambiar el mundo y han
acabado por transformarse en el blaco mismo de sus revindicaciones2:
[...]
si pensamos en la obsesión recurrente del sujeto cuando oye «La
internacional». La caída de determinados valores que eso encarna,
es una caída de valores que parecía imposible... y que ahora están
por los suelos. Pues golpea ahí, en algo que todo el mundo siente:
que se están cayendo esos valores que no van a ser reemplazados. Por
eso el novelista debe trabajar (aunque no sea consciente de ello)
como mínimo a medio plazo, porque a la velocidad que va el mundo, si
no lo hace, su obra se queda vieja enseguida3
La alucinación
de Julio se desvanece a medida que él se olvida del pasado, olvida
sus ideales. Como escribe irónicamente Millás en De
nada
El
“efecto memoria” resulta dañino para el progreso de las
personas. Si uno quiere ser alguien, es preciso olvidar, aunque se
convierta en otro. Es mejor ser otro con una cuenta corriente
saneada, que ser el mismo vendiendo pañuelos en un semáforo. Antes
de abrazar una nueva fe, sea analógica o digital, religiosa o
política, descárguese del todo de la anterior y busque un enchufe.
De nada.4
Esto conecta
con el tema del olvido que hemos visto en Visión
del ahogado.
Allí Jorge desahoga su violencia en el cuerpo de su amante, que
puede representar la continuidad generacional. En El
desorden de tu nombre
Julio es un personaje menos violento, o violento de una manera
diferente.
Los personajes
de El
desorden de tu nombre
parecen haber superado la fase del desencanto, y lo que hacen es
simplemente adaptarse a la nueva situación. Jorge no emplea la
violencia contra su mujer, sino que mata a su canario. Esto parece
debido más que a una falta de substancia al sentimiento de
vergüenza: lo que le fastidia a Julio es el hecho de ser mirado, de
tener que enfrentarse a la mirada neutral del canario que parece
juzgarle mientras se convierte en un ser mezquino.
Carlos Rodó es otro personaje
que se ha olvidado de sus ideales para convertirse en un ser
mezquino. Él es psicoanalista, y candidato al puesto vacante del
Ayuntamiento, que le daría la coordinación o la dirección de todos
los centros municipales de salud. Julio es su paciente, y sin saber
que Laura es la mujer de su psicoanalista le habla a menudo de ella
con pasión, pasión que por lo contrario Carlos ha olvidado desde
los años de su juventud. Así lo podemos ver en el monólogo trágico
del psicoanalista:
Años
de estudios, de contactos, de oposiciones, de análisis, años de
inteligente y devastador trabajo político, para que al final la
existencia empiece a hacer agua por el sitio por el que menos se
podía esperar. Años, pues, dedicados a una razonable acumulación
de poder personal que ahora carece de sentido sin el soporte del
amor, del amor, abandonado a los rigores de la intemperie, como la
juventud, como el valor moral, como el conjunto de principios bajo
los cuales llegué a pensar que debería organizarse la vida. Años
de vergüenza también, de llamar a cien puertas para que se abriera
una de ellas, de adquirir con dinero fantasías adolescentes no
realizadas, años de renuncia; años, en fin, de intercambio, de
venta, años de mezquindad, de entrega, de cinismo, que seguramente
han llegado a convertirme en lo que más podía detestar5
Laura es un ejemplo de mujer que
ha sacrificado su carrera para ser ama de casa, como escribe en su
diario:
[...]
el dinero para pagar el estudio donde se ha puesto la consulta salió
del bolsillo de mi padre [...] me siento saqueada, vampirizada. Desde
que nos casamos toda nuestra vida se ha organizado en función de sus
intereses, de su carrera. Yo he ido renunciando poco a poco a mis
aspiraciones para facilitarle a él las cosas y ahora que empieza a
triunfar soy incapaz de ver qué parte de ese triunfo me
correspondería a mí [...] Una mujer necesita ganarse un salario
para no acabar siendo una asalariada de su propio marido6
Laura
reflexiona que otras compañeras suyas se han casado y no por eso han
dejado de trabajar. Ella sí, ella escribe que «tuve un trabajo que
dejé, porque me gustaba la casa y la familia, etcétera. Todo es
mentira»7.
Como la Julia de Visión
del ahogado,
Laura es el personaje femenino víctima de los hombres. Antes se
trataba de violencia para olvidar la realidad, ahora se trata por lo
contrario de sacrificarse por ayudar a su marido a “adecuarse” al
sistema corrupto.
Como Julia, Laura es portadora
del peso generacional: en el capítulo quince descubrimos que también
la madre de Laura fue infiel a su marido, como lo es Laura. Así dos
generaciones se conectan; Laura mira a su hija Mercedes, como Julia
miraba a la suya: ambas hijas parece representar la generación
futura.
Una diferencia
fundamental entre Visión
del ahogado
y El
desorden de tu nombre
es que en esta segunda obra la literatura parece ofrecer a los
personajes la posibilidad de rescatar sus identidades, inventarse
nuevas realidades. Julio, a lo mejor, no es un escritor famoso, y
tampoco el amante de Laura – mujer que podría haber visto sólo
una vez en el parque – pero la entera obra El
desorden de tu nombre
parece ser escrita por él, ser una reinvención de su vida, en la
que algunos insignificantes acontecimientos reales han quedado a la
merced de una delirante ampliación ficcional. Como afirma Julio, si
de verdad tuviéramos identidad, no necesitaríamos tantos papeles
(certificados, carnés, pasaportes, etcétera) para mostrarla8.
De esta conciencia de la ficcionalidad de su identidad nace un vacío
de puntos de referencia, que Julio parece llenar según su gusto.
Julio, desdoblándose en escritor y personaje, puede vivir la vida
que le apetece, vida que vive como personaje e inventa como escritor.
También Laura, personaje femenino oprimido, encuentra en la
escritura la posibilidad de reinventarse la realidad. Como afirma
Millás, es Laura el personaje que toma las decisiones. Ella escribe
un diario donde se reinventa la realidad, y de esta manera se vuelve
escritora de su vida, toma la pluma, que puede ser considerada un
símbolo fálico.
Este concepto
es explicado por Marco Maurel, en su comentario a la Trilogía
de la soledad:
Con
todo ello, Millás nos está diciendo que sólo quebrantando las
leyes establecidas por la tradición y por la costumbre lograremos
desasirnos de lo convencional e instalarnos en otro de vivencia de la
realidad. La trasgresión, así, opera como Leitmotiv
en todas las novelas: ¿Qué hace Laura en su diario al mezclar
arbitrariamente las palabras y crear otras nuevas si no darse cuenta
de que otro orden distinto del censurado por la sociedad es posible?
Sólo rompiendo con lo establecido se conquista un espacio de
libertad suficiente para desde él configurar una identidad nueva y
genuina.9
1
Fabián
Gutiérrez, Como
leer a Juan José Millás,
cit., p. 101. 102
2
Ibid
3
Ibid,
p. 102
4
Juan
José Millás, “De nada”,
http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/millas/articuento005.htm
5
Juan
José Millás, El
desorden de tu nombre,
Punto de lectura, Madrid, 2006, p. 79
6
Ibid,
p. 44
7
Ibid,
p. 44, 45
8
Ibid,
p. 137, 138
9
Marcos
Maurel, “Notas a la Trilogía
de la soledad”
de Juan José Millás, cit,
p. 80