4.2 – El adulterio como forma del juego

Una primera característica del juego es que es una actividad que de alguna manera se diferencia de la “realidad”. Afirman Huizinga y Callois que lo contrario del juego no es la seriedad, sino la realidad. Escribe además McLuhan:

I nostri giochi preferiti non ci offrono forse una liberazione dalla tirannide monopolistica della macchina sociale? [...] L’arte e i giochi ci permettono di distaccarci dalle pressioni della routine e della convenzione, di osservare e di dubitare1

Este es también un primer rasgo del adulterio en las obras de Millás, o sea el hecho de estar separado de la vida “real” – aunque lo “real” en el posmodernismo parece ser nada más que un juego colectivo, aprobado y a veces impuesto por la sociedad.
En Laura y Julio, por ejemplo, Manuel dice a su amante Laura que el adulterio revoluciona el orden de las cosas, abre puertas que dan a lugares peligrosos desde los cuales se puede organizar una sublevación de lo establecido. Esta es la razón por la cual él no quiere casarse con Laura, para no someterse al orden social, que para él no tiene sentido.
También en El desorden de tu nombre se subraya este papel revolucionario del adulterio. Aquí una mujer, Laura, está sometida a los intereses de su marido y obligada a sacrificar sus aspiraciones para aventajar la carrera de él. A través del adulterio, Laura reinventa la realidad: escribe cartas a su amante donde lo reinventa, juega con las palabras mezclándolas y descubriendo nuevas posibilidades. Será exactamente en este juego que Laura se entrenará para enfrentarse con su vida “real”, y crear un nuevo modelo, donde deja de ser el apéndice de su marido, deja de hacer el papel de ama de casa en una familia patriarcal, mata a su marido y empieza una nueva vida. El amante de Laura es Julio Orgaz, otro personaje que ya en pasado había, como leemos, sido un adúltero, aunque después su mujer había fallecido. Este personaje sigue creando y recreando, escogiendo nuevas alternativas y soluciones para la novela y el triángulo entre él, Laura y el marido de ella. Este personaje es al mismo tiempo personaje y escritor de El desorden de tu nombre.
En Tonto, muerto, bastardo e invisible encontramos uno de los ejemplos más interesantes de adulterio. El narrador ha sido despedido de su trabajo, y ahora que ya no es jefe de los recursos humanos de una papelería estatal desahoga su frustración bajando a un sex-shop. Allí traiciona a su mujer con una prostituta china, que se convierte para el narrador en una amante que encuentra con regularidad:

[...] le pedí que se mojara, que mojara las bragas, vamos, para presenciar un acontecimiento atmosférico y ella inclinó el rostro oriental y al escupir con tino y rabia sobre las bragas estatales el escaparate se puso algo sombrío, como la calle y el portal de mi infancia [...] convirtió el conjunto en una nota musical como Dios manda, una nota musical que envolví delicadamente en el papel de cocina estatal por si se le escapaba algún jugo antes de tiempo, y, vaya, entonces le pedí, siempre con gestos, a la china que se arrancara, rompiéndolas, las bragas del Estado, porque eran de papel, como los tigres, y me las pasara a través de la ranura. Ella lo hizo y yo me puse en la boca los restos mojados del Estado y le pedí que fingiera masturbarse [...]2

A través de la prostituta, el narrador crea un juego que funciona como modelo dramático de su vida real. Se destaca de lo que es su vida poniéndola en escena y mirándola como si fuera un espectador. El Estado le había puesto al narrador a trabajar en una papelería. De ahí el narrador mira a las bragas de papel como a una producción del Estado, y las llama “bragas estatales”, asignando en su juego a las bragas el papel del Estado.
El narrador ve en la prostituta china su doble, asignándole su papel. Vemos entonces que el narrador mira una escena donde la china escupe con rabia sobre sus bragas, aunque la rabia tendría que ser la del narrador, no la de la prostituta. Al final el narrador destruye con gusto las bragas, como si destruyera a quien le ha despedido – el Estado y sus gobernantes.
Una segunda característica del adulterio, que es consecuencia en parte de la primera, es que los juegos requieren un lugar preestablecido, donde vigen reglas propias y especiales. Afirma Huizinga:

L’arena, il tavolino da gioco, il cerchio magico, il tempio, la scena, lo schermo cinematografico, il tribunale, tutti sono per forma e funzione dei luoghi di gioco, cioè spazio delimitato, luoghi segregati, cinti, consacrati sui quali valgono proprie e speciali regole. Sono dei mondi provvisori entro il mondo ordinario, destinati a compiere un’azione conchiusa in sé [...] Entro gli spazi destinati al gioco, domina un ordine proprio e assoluto. [...] [il gioco] Realizza nel mondo imperfetto e nella vita confusa una perfezione temporanea, limitata. L’ordine imposto dal gioco è assoluto. La minima deviazione da esso rovina il gioco [...]3

Callois dice algo similar: «In tutti i casi, lo spazio del gioco è un universo precostituito chiuso, protetto: uno spazio puro»4, «Ogni gioco è un sistema di regole. Esse definiscono ciò che è o non è gioco, vale a dire il lecito e il vietato. Queste convenzioni sono al tempo stesso arbitrarie, imperative e senza appello»5. Se habla de turnos, reglas y modelos, como escribe McLuhan:

L’arte e i giochi hanno bisogno di regole, di convenzioni e di spettatori. Per conservare il proprio carattere, il gioco deve astrarsi dalla situazione generale ponendosi come un suo modello. Gioco, infatti, nella vita come nella ruota, implica un’azione reciproca6

En Tonto, muerto, bastardo e invisible el lugar del adulterio – y del juego – es el sex-shop, donde valen reglas especiales. Mientras el narrador acomete su adulterio con la prostituta, se habla explícitamente de juego, de pacto entre los jugadores y de turnos:

[...] había un pacto implícito según el cual, cuando el juego alcanzaba un límite determinado, ella se volvía hacia el lado del escaparate donde permanecía yo y me gritaba:
- ¡Cerdo europeo!7

En Cuentos de adúlteros desorientados los lugares donde se encuentran los adúlteros, por extraños que sean, son siempre los mismos: en un hotel, en un piso o en un autobús, como escribe Millás «[...] cada uno de estos lugares [donde se acomete el adulterio] es como una burbuja en cuyo interior flotan dos personas que durante unas horas lograrán escapar a las determinaciones del espacio y del tiempo»8. Entre estos cuentos encontramos un ejemplo de reglas preestablecidas en Un hombre vicioso, en un diálogo entre un adúltero y una prostituta:

El hombre le pasó unos billetes y luego le dijo que le gustaría que vieran la televisión cogidos de la mano durante un rato.
Imáginate – añadió – que es un domingo por la tarde y que estamos en casa tú y yo solos, sin niños, viendo la tele. – Ella se tensó un poco.
¿No serás un perverso? – preguntó.
Él le explicó que se pasaba la vida viajando, siempre de acá para allá, y que de vez en cuando le gustaba fingir que se encontraba en casa, junto a su esposa.
Pues mira, eso de la tele se lo pides a tu mujer. A nosotras se nos pide un griego, un francés, en fin, cosas normales9

Aquí Millás parece jugar invertiendo la relación entre marido y mujer. El adúltero quiere reproducir la realidad conyugal en el juego. Reproducir el mundo real en el juego es de hecho posible, ya lo hemos visto, pero en este caso el juego específico que hace la prostituta determina unos papeles concretos para los jugadores: instintos sexuales en el cliente y satisfacción por parte de la prostituta. Lo que pide el cliente entonces va en contra de las reglas y es una perversión.
Hablando de modelos, vemos como éstos, una vez establecidos arbitrariamente por los jugadores, se fijan y tienden a permanecer en sus memorias, como afirma Huizinga:

Il gioco si fissa subito come forma di cultura. Giocato una volta, permane nel ricordo come una creazione o un tesoro dello spirito, è tramandato, e può essere ripetuto in qualunque momento, sia subito [...] sia anche dopo un lungo intervallo10

Vemos que, de hecho, en las obras de Millás es muy raro que un adulterio se cumpla una única vez. En Tonto, muerto, bastardo e invisible, por ejemplo, el narrador llega a incluir el adulterio con la prostituta china en su rutina. En todos los cuentos de Cuentos de adúlteros desorientados el adulterio se da como algo cíclico, que se crea en una ocasión para repetirse de manera cíclica en el tiempo. La pareja de adúlteros es a menudo fija, y se instaura entre ellos una serie de turnos, de convenciones, de costumbres que se fijan en su relación clandestina.
Un ejemplo muy significativo de creación de un ritual en un adulterio se da en Dos mujeres en Praga. En este libro hay un adúltero que tiene una relación con una mujer; éstos planean las citas siempre en el mismo lugar, o sea en una calle donde no despiertan sospechas, para dirigirse después juntos a la habitación de la casa de ella, donde empiezan sus juegos eróticos. Después de años el hombre vuelve a los mismos lugares con la hija de su ex-amante, para cumplir otra vez todos los gestos eróticos que cumplía con la madre.
De alguna manera entonces, esta actividad adquiere un caracter ritual, como sugiere Millás cuando habla del adulterio como vocación. Notamos que de hecho ésta es otra característica que tiene en común el adulterio con el juego, que «[...] in tutte le sue forme superiori, in cui significhi o celebri qualche cosa, occupa un posto nella sfera di festa e di culto, nella sfera sacra cioè»11.
Hablamos ahora de incertidumbre, arbitrariedad y del hecho de que el juego no produce ningún bien material. Dice Huizinga que «Ogni gioco è anzitutto e soprattutto un atto libero. Il gioco comandato non è più un gioco. Tutt’al piú può essere la riproduzione obbligata di un gioco»12 y Callois que «Esso [il gioco] è, inoltre, un’attività incerta. Il dubbio deve sussistere fino alla fine»13, «[...] il gioco, infatti, non produce alcunché: né beni né opere. A ogni nuova partita, giocassero pure per tutta la vita, i giocatori si ritrovano a zero e nelle stesse condizioni che all’inizio»14. El juego entonces puede ser terminado cuando un jugador quiera, sin preaviso ninguno, y puede ser empezado otra vez en cualquier momento. El desarrollo del juego, después, depende de la gana de los jugadores, que, establecidas unas reglas, pueden de común acuerdo cambiarlas. Veamos por ejemplo un fragmento del cuento Adulterio, donde el adúltero dice a su posible amante:

Te digo esto porque estoy pensando en casarme de nuevo con mi actual compañera, la forense, pues nos queremos mucho y nos apetece formalizar la situación. O sea, que tengo en perspectiva un matrimonio estable, sólido y, por tanto, una situación excepcional para dedicarme al cultivo de la pasión adúltera. Lo que quería proponerte es que la compartieras conmigo aceptando al fin que se trata de una relación sin horizonte, como la vida misma, pero, también como la vida, imprevisible y portentosa. Si estás de acuerdo, escríbeme al apartado de correos que te indico al dorso y negociamos15

Hay aquí un contraste entre matrimonio, o sea una situación estable, relacionada con la familia, con un núcleo social, y que por lo tanto conlleva unas obligaciones, y el adulterio, visto como pasión, como actividad recreativa que tiene su fin en sí misma, que no crea nada, que no tiene horizonte.
En la introducción de Cuentos de adúlteros desorientados Millás afirma que el adulterio es la base de la familia, es la base sobre la que se sostiene la realidad. La realidad, con sus contradicciones, se basa según Millás en el juego entonces. Todas las normas y las costumbres, que se creen prestablecidas, han nacido del juego, que parece ser la única cosa que tiene sentido, quizá, paradójicamente, por el hecho de no tenerlo.



1 McLuhan, Gli Strumenti del Comunicare, (1964), Milano, Il Saggiatore, 1967, IV edizione, 1974, p. 261
2 Juan José Millás, Tonto, muerto, bastardo e invisible, México, Alfaguara, 1995, p. 84
3 J. Huizinga, Homo Ludens, cit, p. 13, 14, 15
4 Roger Callois, I giochi e gli uomini, Milano, Bompiani, 1995, p. 23
5 Ibid, p. 8
6 McLuhan, Gli Strumenti del Comunicare, cit, p. 264
7 Juan José Millás, Tonto, muerto, bastardo e invisible, cit, p. 69, 70
8 Juan José Millás, Cuentos de adúlteros desorientados, DeBolsillo, Barcelona, 2007, p. 8
9 Ibid, p. 117, 118
10 J. Huizinga, Homo Ludens, cit, 1946, p. 13
11 Ibid, 12, 13
12 Ibid, p. 10, 11
13 Roger Callois, I giochi e gli uomini, cit, p. 23
14 Ibid, p. 5
15 Juan José Millás, Cuentos de adúlteros desorientados, cit., p. 93