4.3 – Adulterio y negociación de la identidad

Tras haber explicado algunos de los rasgos principales que hacen del adulterio un tipo de juego, vamos a profundizar algunos aspectos de psicoanálisis del adulterio.
Empezamos viendo los adúlteros de El Desorden de tu nombre y de Cuentos de Adúlteros Desorientados. En estas obras los adúlteros, a pesar de tener ya una edad madura, siguen estando conectados a los recuerdos de sus infancias inacabadas: «[...] unas de las características del adúltero es que siempre está con los pies en un sitio y la cabeza en otro»1 escribe Millás. La relación entre los cónyuges y las costumbres de la vida conyugal se configuran como una inhibición que bloquea las posibilidades de los personajes, pues ofrecen certidumbres, esquemas, reglas impuestas. Es necesaria una traición, que rompe la cotidianidad para ir más allá. Un adulterio se configura como una posibilidad de realizarse dentro de una nueva cáscara protectora, que está fuera de las relaciones socialmente reconocidas y consolidadas.
Afirma el psicoterapeuta Renzo Zambello, haciendo suya una teoría de Hillman:

Il tradimento è allora un agito, quasi sempre inconsapevole, sotto una spinta verso la trasformazione, verso  il diverso da ora che tiene in sé la morte. Dice Emanuela Pasin che non c’è crescita, individuazione senza tradimento. La  Morte  e Risurrezione stessa di Cristo non sarebbe avvenuta se Giuda, Pietro e tutti gli altri, tranne Giovanni, non l’avessero tradito. E Giovanni, l’amato, colui che non lo tradisce,  non diventerà adulto, non testimonierà nel sangue la sua appartenenza. È lui, eterno bambino che avrà ancora bisogno della madre: “ecco tua madre...”  gli dice Gesù in croce2

El adulterio sería entonces una manera de morir, de romper con la realidad para crear otra. Conectada al adulterio estaría la idea de metamorfosis, de renacimiento. Millás, por su cuenta, en la introducción a Cuentos de adúlteros desorientados, ha hablado del adulterio de una manera semejante a la concepción de Hillman, aunque invirtiendo los papeles de madre y de mujer. Esto no nos sorprende, ya que, como hemos visto, Millás parece utilizar el psicoanálisis haciendo al mismo tiempo ironía sobre éste:

Existe la creencia generalizada de que el adúltero identifica a la esposa con la madre y a la amante con la mujer. Pero no es seguro. Resulta más verosímil pensar que quien juega el papel de madre sea la amante. El adúltero se escondería, precisamente, para ocultar al mundo esta forma de incesto atenuado. En ese sentido, el adulterio guarda relación con la muerte, pues la vuelta a la madre es un intento de regresar al útero y desaparecer por tanto. De hecho, cuando el adúltero ejerce las labores propias de su ministerio, es como si se encontrara en el interior de una tumba, pues nadie sabe dónde está. Cuando sale a la calle después de haber pasado la tarde o la noche con la amante, es como si resucitara, o como si naciera, pues todos los lugares del adulterio tienen mucho de útero. El adulterio es en realidad un (ad)útero3

En primer lugar, leyendo esta descripción, se piensa en los instintos de paz y de muerte que hemos visto representados por el hombrecillo en Lo que sé de los hombrecillos. El adulterio parece ser una forma de suicidio interior de los personajes que quieren regresar al útero de su madre, desaparecer, llegar a un estado de paz y renacer con nueva vida. Como ya hemos visto, Millás parece negar el concepto de identidad – que tiene entonces que “morir”: No somos nadie es el título de uno de sus articuentos. Esto se relaciona con la filosofía de Lacan, que habla de unidad ficticia del yo:

La costituzione alienata dell'io e l'ulteriore alienazione legata alla domanda rappresentano il fondamento della terapia lacaniana. Per quanto riguarda il primo aspetto, posto che i sintomi rappresentano l'espressione immaginaria di significanti rimasti esclusi dalla coscienza, si tratta di aiutare l'io a rinunciare alle sue identificazioni immaginarie e al suo narcisismo e ricondurlo ad integrare nella coscienza i significanti rimossi. Per quanto riguarda il secondo aspetto si tratta, per quanto riguarda l'analista di frustrare la domanda. Il suo compito non è quello di alimentare il narcisismo immaginario che in essa si esprime, bensì nel mettere il soggetto in grado di accettare che la pienezza dell'essere, definitivamente perduta, e peraltro illusoria, è vicariata dall'accesso all'ordine simbolico, vale a dire dall'Inconscio che, con la sua trama di significanti, lo restituisce al suo essere governato dal Linguaggio, che gli permette di appartenere alla società. Per aprirsi a questa Verità, che lo trascende, il soggetto deve rinunciare all'unità fittizia del suo io4

Si leemos La soledad era esto, novela concentrada en la búsqueda de una identidad por parte de la protagonista, vemos como esta identidad se da como algo fragmentario. Para alimentar la substancia de la protagonista, ésta tiene que leer el diario de su madre, que habla de ella; tiene después que leer los informes de un detective, a quien paga para que la observe y escriba lo que hace. Tiene, en fin, que escribir su diario, confirmando que la identidad no es nada más que literatura, o sea escritura arbitraria, juego. Volveremos sobre este concepto en el siguiente párrafo.
En segundo lugar, Millás habla del deseo sexual de los hombres hacia sus madres. Los adúlteros encontrarían en el adulterio una manera de cometer un “incesto atenuado”, desplazando sus instintos reprimidos desde niños hacia una amante. Es una forma de “reconstrucción arbitraria”, de juego que asigna a la amante el papel de la madre. La amante se convertiría entonces, a través de un juego “teatral”, en un simulacro de lo que se ha perdido al nacer: como afirma Manuel, personaje de Laura y Julio, encontramos cosas nuevas buscando las viejas.
Veamos ahora un fragmento de texto de El desorden de tu nombre, en el que el protagonista Julio Orgaz se encuentra secretamente con la mujer de su psicoanalista. Su relación clandestina crea un espacio íntimo, donde los amantes exploran un universo idílico:

De acuerdo con un orden preestablecido, con unos moldes de comportamiento a los que su voluntad se plegaba dócilmente, abrió la frontera del escote y se jugó la vida en la visión de la ropa interior, que, lejos de decepcionarle, confirmó lo acertado de la elección a la que el destino le había conducido. No quiso contemplar los pechos de manera directa por miedo a que le cegaran, como la luz del sol a los esclavos de la caverna. Sabía que las sombras eran su territorio, y así, tras quitarle la falda, se arrodilló y, también a través de un tejido sagrado, rindió culto a las formas que completaban aquel cuerpo5

Es bastante evidente que aquí Millás se inspira en el mito de la caverna de Platón. Éste afirma que la gente está encadenada dentro de una caverna, con un fuego detrás de ella que proyecta en la pared las sombras de las cosas. Lo que ve la gente, entonces, no es la realidad, sino la sombra de la realidad. Para conocer las ideas puras, en lugar de sus sombras, el sabio tiene que liberarse, salir de la caverna y mirar a los objetos verdaderos. Por supuesto, en cuanto uno salga de la caverna se encontrará cegado por la luz, pero lentamente empezará a distinguir las formas de las cosas, y de las ideas puras.
Nótese la ironía en El desorden de tu nombre de buscar la “realidad” a través del escote de la amante, y de como Millás mezcla lo sagrado a lo sexual. Como ya hemos visto, Dios y la patria son para Millás algo ficticio, un juego arbitrario creado por la cabeza de los hombres. Si este autor ya había hablado de las “bragas estatales” en Tonto, muerto, bastardo e invisible, profanando el sentimiento patriótico, ahora parece ser el turno de la religión, y de sus “verdades absolutas”. Las palabras pertenecientes al campo semántico religioso como “tejido sagrado”, o “rendir culto a las formas que completaban aquel cuerpo” no se refieren a objetos sagrados, sino al cuerpo de la amante. Si miramos en Cuentos de adúlteros desorientados, vemos que se habla de “adulterio como vocación”. Esta paradoja puede tener en realidad un sentido. Si la religión “oficial” está montada sobre un juego arbitrario, el adúltero tiene la vocación del jugador que se reconstruye su realidad, su “religión”.
El culto del adúltero parece ser algo absurdo, pero se contrapone a una realidad, a una forma de culto que para Millás no es menos absurda. Hay más. El culto del amante es un culto hacia la idea de madre, de Grande Madre, del principio y del fin del hombre y de la humanidad. Es un culto “biológico”, y por lo tanto más “verdadero” que el de las religiones oficiales, porque relacionado con los instintos primitivos y bestiales del hombre. De hecho se pueden encontrar huellas de este culto en muchas sociedades, antiguas y modernas:

This early stage of conscious-unconscious relations is reflected in the mithology of the Mother Goddess and her connection with the son-lover. The Attis, Adonis, Tammuz, and Osiris figures in the Near Eastern cultures are not merely born of a mother; on the contrary, this aspect is altogether eclipsed by the fact that they are their mother’s lovers: they are loved, slain, buried, and bewailed by her, and are reborn through her. The figure of the son-lover follows on the stage of embryo and child6



1 Ibid, p. 9
2 http://www.psicoterapiadinamica.it
3 Juan José Millás, Cuentos de adúlteros desorientados, cit., p. 9, 10
4 http://www.nilalienum.it/Sezioni/Bibliografia/Psicoanalisi/Introduzione%20a%20Lacan.html
5 Juan José Millás, El Desorden de tu Nombre, Madrid, Punto de Lectura, tercera edicción, 2008, p. 74
6 Erich Neumann, The Origins and History of Consciousness, Bollingen Foundation/Princeton University Press, London, 2002, p. 46, 47