Tras haber explicado algunos de
los rasgos principales que hacen del adulterio un tipo de juego,
vamos a profundizar algunos aspectos de psicoanálisis del adulterio.
Empezamos
viendo los adúlteros de El
Desorden de tu nombre
y de Cuentos
de Adúlteros Desorientados.
En estas obras los adúlteros, a pesar de tener ya una edad madura,
siguen estando conectados a los recuerdos de sus infancias
inacabadas: «[...] unas de las características del adúltero es que
siempre está con los pies en un sitio y la cabeza en otro»1
escribe Millás. La relación entre los cónyuges y las costumbres de
la vida conyugal se configuran como una inhibición que bloquea las
posibilidades de los personajes, pues ofrecen certidumbres, esquemas,
reglas impuestas. Es necesaria una traición, que rompe la
cotidianidad para ir más allá. Un adulterio se configura como una
posibilidad de realizarse dentro de una nueva cáscara protectora,
que está fuera de las relaciones socialmente reconocidas y
consolidadas.
Afirma
el psicoterapeuta Renzo Zambello, haciendo suya una teoría de
Hillman:
Il
tradimento è allora un agito, quasi sempre inconsapevole, sotto
una spinta verso la trasformazione, verso il diverso da ora che
tiene in sé la morte. Dice Emanuela Pasin
che
non c’è crescita, individuazione senza tradimento. La Morte
e Risurrezione stessa di Cristo non sarebbe avvenuta se Giuda, Pietro
e tutti gli altri, tranne Giovanni, non l’avessero tradito. E
Giovanni, l’amato, colui che non lo tradisce, non diventerà
adulto, non testimonierà nel sangue la sua appartenenza. È
lui, eterno bambino che avrà ancora bisogno della madre: “ecco
tua madre...” gli dice Gesù in croce2
El adulterio
sería entonces una manera de morir, de romper con la realidad para
crear otra. Conectada al adulterio estaría la idea de metamorfosis,
de renacimiento. Millás, por su cuenta, en la introducción a
Cuentos
de adúlteros desorientados,
ha hablado del adulterio de una manera semejante a la concepción de
Hillman, aunque invirtiendo los papeles de madre y de mujer. Esto no
nos sorprende, ya que, como hemos visto, Millás parece utilizar el
psicoanálisis haciendo al mismo tiempo ironía sobre éste:
Existe
la creencia generalizada de que el adúltero identifica a la esposa
con la madre y a la amante con la mujer. Pero no es seguro. Resulta
más verosímil pensar que quien juega el papel de madre sea la
amante. El adúltero se escondería, precisamente, para ocultar al
mundo esta forma de incesto atenuado. En ese sentido, el adulterio
guarda relación con la muerte, pues la vuelta a la madre es un
intento de regresar al útero y desaparecer por tanto. De hecho,
cuando el adúltero ejerce las labores propias de su ministerio, es
como si se encontrara en el interior de una tumba, pues nadie sabe
dónde está. Cuando sale a la calle después de haber pasado la
tarde o la noche con la amante, es como si resucitara, o como si
naciera, pues todos los lugares del adulterio tienen mucho de útero.
El adulterio es en realidad un (ad)útero3
En primer
lugar, leyendo esta descripción, se piensa en los instintos de paz y
de muerte que hemos visto representados por el hombrecillo en Lo
que sé de los hombrecillos.
El adulterio parece ser una forma de suicidio interior de los
personajes que quieren regresar al útero de su madre, desaparecer,
llegar a un estado de paz y renacer con nueva vida. Como ya hemos
visto, Millás parece negar el concepto de identidad – que tiene
entonces que “morir”: No
somos nadie
es el título de uno de sus articuentos. Esto se relaciona con la
filosofía de Lacan, que habla de unidad ficticia del yo:
La
costituzione alienata dell'io e l'ulteriore alienazione legata alla
domanda rappresentano il fondamento della terapia lacaniana. Per
quanto riguarda il primo aspetto, posto che i sintomi rappresentano
l'espressione immaginaria di significanti rimasti esclusi dalla
coscienza, si tratta di aiutare l'io a rinunciare alle sue
identificazioni immaginarie e al suo narcisismo e ricondurlo ad
integrare nella coscienza i significanti rimossi. Per quanto riguarda
il secondo aspetto si tratta, per quanto riguarda l'analista di
frustrare la domanda. Il suo compito non è quello di alimentare il
narcisismo immaginario che in essa si esprime, bensì nel mettere il
soggetto in grado di accettare che la pienezza dell'essere,
definitivamente perduta, e peraltro illusoria, è vicariata
dall'accesso all'ordine simbolico, vale a dire dall'Inconscio che,
con la sua trama di significanti, lo restituisce al suo essere
governato dal Linguaggio, che gli permette di appartenere alla
società. Per aprirsi a questa Verità, che lo trascende, il soggetto
deve rinunciare all'unità fittizia del suo io4
Si leemos La
soledad era esto,
novela concentrada en la búsqueda de una identidad por parte de la
protagonista, vemos como esta identidad se da como algo fragmentario.
Para alimentar la substancia de la protagonista, ésta tiene que leer
el diario de su madre, que habla de ella; tiene después que leer los
informes de un detective, a quien paga para que la observe y escriba
lo que hace. Tiene, en fin, que escribir su diario, confirmando que
la identidad no es nada más que literatura, o sea escritura
arbitraria, juego. Volveremos sobre este concepto en el siguiente
párrafo.
En segundo
lugar, Millás habla del deseo sexual de los hombres hacia sus
madres. Los adúlteros encontrarían en el adulterio una manera de
cometer un “incesto atenuado”, desplazando sus instintos
reprimidos desde niños hacia una amante. Es una forma de
“reconstrucción arbitraria”, de juego que asigna a la amante el
papel de la madre. La amante se convertiría entonces, a través de
un juego “teatral”, en un simulacro de lo que se ha perdido al
nacer: como afirma Manuel, personaje de Laura
y Julio,
encontramos cosas nuevas buscando las viejas.
Veamos ahora
un fragmento de texto de El
desorden de tu nombre,
en el que el protagonista Julio Orgaz se encuentra secretamente con
la mujer de su psicoanalista. Su relación clandestina crea un
espacio íntimo, donde los amantes exploran un universo idílico:
De
acuerdo con un orden preestablecido, con unos moldes de
comportamiento a los que su voluntad se plegaba dócilmente, abrió
la frontera del escote y se jugó la vida en la visión de la ropa
interior, que, lejos de decepcionarle, confirmó lo acertado de la
elección a la que el destino le había conducido. No quiso
contemplar los pechos de manera directa por miedo a que le cegaran,
como la luz del sol a los esclavos de la caverna. Sabía que las
sombras eran su territorio, y así, tras quitarle la falda, se
arrodilló y, también a través de un tejido sagrado, rindió culto
a las formas que completaban aquel cuerpo5
Es bastante evidente que aquí
Millás se inspira en el mito de la caverna de Platón. Éste afirma
que la gente está encadenada dentro de una caverna, con un fuego
detrás de ella que proyecta en la pared las sombras de las cosas. Lo
que ve la gente, entonces, no es la realidad, sino la sombra de la
realidad. Para conocer las ideas puras, en lugar de sus sombras, el
sabio tiene que liberarse, salir de la caverna y mirar a los objetos
verdaderos. Por supuesto, en cuanto uno salga de la caverna se
encontrará cegado por la luz, pero lentamente empezará a distinguir
las formas de las cosas, y de las ideas puras.
Nótese la
ironía en El
desorden de tu nombre
de buscar la “realidad” a través del escote de la amante, y de
como Millás mezcla lo sagrado a lo sexual. Como ya hemos visto, Dios
y la patria son para Millás algo ficticio, un juego arbitrario
creado por la cabeza de los hombres. Si este autor ya había hablado
de las “bragas estatales” en Tonto,
muerto, bastardo e invisible,
profanando el sentimiento patriótico, ahora parece ser el turno de
la religión, y de sus “verdades absolutas”. Las palabras
pertenecientes al campo semántico religioso como “tejido sagrado”,
o “rendir culto a las formas que completaban aquel cuerpo” no se
refieren a objetos sagrados, sino al cuerpo de la amante. Si miramos
en Cuentos
de adúlteros desorientados,
vemos que se habla de “adulterio como vocación”. Esta paradoja
puede tener en realidad un sentido. Si la religión “oficial”
está montada sobre un juego arbitrario, el adúltero tiene la
vocación del jugador que se reconstruye su realidad, su “religión”.
El culto del
adúltero parece ser algo absurdo, pero se contrapone a una realidad,
a una forma de culto que para Millás no es menos absurda. Hay más.
El culto del amante es un culto hacia la idea de madre, de Grande
Madre, del principio y del fin del hombre y de la humanidad. Es un
culto “biológico”, y por lo tanto más “verdadero” que el de
las religiones oficiales, porque relacionado con los instintos
primitivos y bestiales del hombre. De hecho se pueden encontrar
huellas de este culto en muchas sociedades, antiguas y modernas:
This
early stage of conscious-unconscious relations is reflected in the
mithology of the Mother Goddess and her connection with the
son-lover. The Attis, Adonis, Tammuz, and Osiris figures in the Near
Eastern cultures are not merely born of a mother; on the contrary,
this aspect is altogether eclipsed by the fact that they are their
mother’s lovers: they are loved, slain, buried, and bewailed by
her, and are reborn through her. The figure of the son-lover follows
on the stage of embryo and child6
1
Ibid,
p. 9
2
http://www.psicoterapiadinamica.it
3
Juan
José Millás, Cuentos
de adúlteros desorientados,
cit., p. 9, 10
4
http://www.nilalienum.it/Sezioni/Bibliografia/Psicoanalisi/Introduzione%20a%20Lacan.html
5
Juan
José Millás, El
Desorden de tu Nombre,
Madrid, Punto de Lectura, tercera edicción, 2008, p. 74
6
Erich
Neumann, The
Origins and History of Consciousness,
Bollingen Foundation/Princeton University Press, London, 2002, p.
46, 47